Juan Manuel Echavarría

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Nací en Medellín en 1947. Coincidencia o no, mi historia personal corre paralela a la de la violencia en Colombia ya que desde el año de mi nacimiento el país nunca ha conocido una paz duradera.

Mis primeros pasos los doy en el terreno de la escritura.

En 1981 escribo La Gran Catarata en la que exploro la mitología y la metáfora. Apasionado con la riqueza oral del pueblo de Barú, en el Caribe colombiano, abro en 1986 la Casa Amarilla, un centro cultural que promueve el arte barulero. A la Gran Catarata le sigue en 1991 un libro de relatos, Moros en la Costa, el producto de mi investigación en el Archivo de Indias de Sevilla y de mis lecturas de los grandes relatos de los cronistas de Indias.

En 1995 entro en una crisis personal de creatividad con la palabra escrita. Mis amigas Ana Tiscornia y Liliana Porter me animan a reemplazar pluma con cámara fotográfica. A partir de Retratos, mi primera serie, empiezo a investigar la violencia en Colombia a través del arte. Esta investigación me ha llevado veinte años, un tiempo muy corto para una tragedia de raíces tan profundas. Pero lo que es más importante: me ha empujado a salir de mi estudio en Bogotá y a internarme en zonas remotas del país devastadas por la guerra.

Mis viajes me han llevado no solo a fotografiar, sino a escuchar las historias de los campesinos que han vivido en carne propia los horrores de la guerra. He conocido sus hogares, sus familias, sus animales, he sentido su hospitalidad y he palpado el abandono en el que están sumidos. A través de la Fundación Puntos de Encuentro, creada en el 2006, apoyo con becas universitarias a jóvenes sobrevivientes de la guerra que quieren estudiar y cambiar sus realidades. La Fundación también ha logrado proyectos, como los talleres de pintura con excombatientes, que no permitan el olvido (2007 – 2009)

Ninguno de mis proyectos hubiera sido posible sin el apoyo y entusiasmo de mi equipo. Sin ellos, nada existiría.