Declaración
A Bonifacio Pacheco, del pueblo de Barú en el Caribe colombiano, le pedí que me entrenara dos loros. Guerra y paz eran las palabras que Bonifacio tenía que enseñarles a los loros. Ocho meses después Bonifacio me llama: “Juancho, los loros ya hablan.” Cuando llegué a Barú, escuché que los loros decían “Guerra... Pa”. En la dicción del Caribe colombiano se omite el sonido final de la z. Yo esto lo olvidé al entregarle los loros a Bonifacio. Este accidente fonético resultó un acierto. En Colombia, paz sigue siendo una palabra incompleta, una palabra mutilada.
—JME
Vista de instalación
Museo de Arte Moderno de Bogotá, Colombia, 2017